viernes, 4 de enero de 2013

FALLECE EL HOMBRE QUE SE QUEMÓ A LO BONZO EN MÁLAGA


Un albañil en paro atenazado por las deudas

El hombre que se pegó fuego a lo bonzo en Málaga permanece grave en un hospital de Sevilla

La víctima trabajaba como aparcacoches ilegal


Cada tarde, sobre las seis, se paraba en el quiosco situado justo delante de la entrada principal del hospital Carlos Haya de Málaga. Se dirigía al descampado donde a diario, hasta pasadas las diez de la noche, se sacaba unos euros como aparcacoches ilegal. Acudía a esa hora porque ya se había marchado a casa el gorrilla legal que se encarga de esa plaza. Sabía que desde las seis y cuarto el solar era suyo, y así evitaba pelearse con nadie.
El miércoles salió de las urgencias porque había sufrido un ataque de ansiedad provocado, según los testigos, por el agobio que le ocasionaban las deudas. No tenía tabaco y le pidió al quiosquero, Francisco Nieto, un paquete de Ducados rubio. “Me compraba cada cuatro días, y charlábamos un rato”, afirma el vendedor de prensa. “Llevaba varios días con la cara triste, amargado y le pregunté si le ocurría algo”, asegura el comerciante.
El hombre contestó que “se encontraba mal, con problemas de dinero, que tenía que pagar mucho” añade el quiosquero. Supuestamente la víctima tenía problemas económicos y llegó a comentar que “no tenía dinero ni para comer”. Solía darle la cantidad exacta por el tabaco, cuatro euros, pero esa tarde le dio un billete de cinco porque también quería un encendedor. Nieto se extrañó y le preguntó: “¿Has perdido el mechero?”. Pero el cliente evitó responder.

Tras despedirse, el hombre caminó unos metros, pasó la concurrida parada de taxis de la calle del Ciprés y cambió de acera. Es menos transitada. “Apenas había pasado un minuto, mientras atendía a una señora, cuando oí los gritos de varias personas pidiendo ayuda —relata el quiosquero— me asomé para ver lo que pasaba”. El hombre que le acababa de comprar el mechero estaba ya envuelto en llamas.
La víctima tiene 57 años y es de nacionalidad magrebí, estaba casado y tenía dos hijos, según relatan los que le conocían. Sin embargo, las quemaduras han afectado a sus huellas dactilares y la Policía Científica no ha podido identificarle de forma fehaciente, aunque la Comisaría Provincial avanzó el miércoles por la noche que su nombre corresponde a las iniciales A. M. A. y era un indigente conocido en la zona. Sus conocidos relatan que durante años trabajó en la construcción hasta que perdió su empleo por culpa de la crisis. Desde hace meses se dedicaba a ayudar a los conductores a estacionar los vehículos a cambio de la voluntad. “No quería problemas con nadie, ni peleas, ni pedía una cantidad a los conductores se conformaba con lo que le daban”.

Los taxistas fueron los primeros en dar la voz de alarma al ver la bola de fuego. Dos de ellos cogieron los extintores de sus coches e intentaron apagar las llamas. Otra persona usó una garrafa con agua para auxiliar al herido. Uno de los vecinos del número 3 de la calle del Ciprés se asomó al balcón al escuchar mucho estruendo en la calle. “El hombre se estaba retorciendo en el suelo de dolor y tanto la policía como la ambulancia llegaron tarde porque se confundieron de calle”, relata este testigo.
Los sanitarios trasladaron a la víctima hasta el hospital Carlos Haya, a escasos metros, donde fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). En la madrugada de ayer fue desplazado hasta el hospital Virgen del Rocío de Sevilla donde quedó ingresado en la Unidad de Grandes Quemados en estado grave, según el parte médico.
El herido tiene quemaduras de tercer grado en el 80% del cuerpo. Todas las extremidades están afectadas por el fuego, a excepción del cuello y la cabeza. Los investigadores no descartan ninguna hipótesis, desde que pudiera quemarse a lo bonzo hasta la posibilidad de que se tratara de un accidente.
Durante la inspección ocular, la policía no localizó ningún acelerante ni iniciadores de fuego. Sin embargo, algunos testigos relataron ayer que la víctima tenía una botella con gasolina y que se roció su contenido sobre la ropa antes de prenderse fuego. Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Málaga tampoco tenían constancia de que la víctima hubiera solicitado ayudas.

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