martes, 31 de julio de 2012

LAS MAMANDURRÍAS DE ESPERANZA AGUIRRE (4): CAJAMADRID

LA CARTA SECRETA DE ESPERANZA AGUIRRE EN CAJAMADRID

Ignacio González es el único candidato de Esperanza Aguirre para relevar a Miguel Blesa en Caja Madrid. Con el fin de asegurar el debido consenso dentro y fuera del Partido Popular, la presidenta regional ofrecerá la opción de nombrar también un consejero delegado que comparta, en teoría, las labores ejecutivas en la entidad financiera como mandan los cánones del buen gobierno corporativo 

Por José Antonio Navas

Existen por término general dos maneras de abordar los grandes conflictos. Unos prefieren esperar pacientemente hasta recogerlos como fruta seca mientras que otros se aprestan a cortarlos de raíz antes de que crezcan peligrosamente. En el primer grupo figura Mariano Rajoy, un hombre tranquilo que adorna su tarjeta de visita con el mérito de la prudencia. En el segundo destaca Esperanza Aguirre, una mujer que no se resigna a dejar pasar la oportunidad sin asumir el riesgo de, cuando menos, haberlo intentado. Tan dispares caracteres sólo se pueden juzgar a la luz de la solución final pero hasta que llega el desenlace la ventaja siempre favorece a los partidarios de la acción porque los problemas suelen ir en aumento al mismo tiempo que maduran. El jefe de la oposición y la presidenta de la Comunidad de Madrid han de resolver en los próximos días el gran enigma que más discusiones e intrigas viene suscitando en los mentideros financieros, como es la designación del futuro titular de Caja Madrid. Toda una prueba de fuego que servirá para medir la particular forma de hacer política de ambos dirigentes del Partido Popular en un momento especialmente crítico para su formación política. El caso Gürtel ha abierto una grieta profunda por la que puede resquebrajarse el PP hasta quedar convertido en un partido franquicia sin mayor cohesión que la derivada de su relativa cuota de poder. No son pocos quienes consideran en la sede de Génova que Francisco Camps está totalmente perdido para la causa, lo que incapacitaría a Rajoy para abrir otro frente de batalla interno con Esperanza Aguirre como encarnizada rival. La primera dama capitalina no renuncia a poner en valor la superioridad que le otorgan las circunstancias para defender a ultranza el nombramiento de Ignacio González como sucesor de Miguel Blesa. Desde hace semanas, Esperanza Aguirre tiene todo atado y bien atado con los socialistas madrileños de Tomás Gómez y ha desplegado una ofensiva claramente orientada a impedir que el presidente nacional del PP pueda sacar la bola negra a su candidato. «Por mucho que presione Ruiz Gallardón, al final Rajoy no se atreverá a vetar a Nacho» se comenta ahora en la Puerta del Sol, toda vez que la presidenta regional ha abortado de golpe y porrazo el intento desesperado de última hora para situar a Luis de Guindos en el sillón de Blesa. La opción del antiguo secretario de Estado de Economía surgió paradójicamente como una alternativa del Gobierno Zapatero para evitar que la candidatura de Rodrigo Rato pudiera adquirir carta de naturaleza dentro del PP. Esperanza Aguirre había utilizado el nombre del antiguo director gerente del FMI como plato de segunda mesa para forzar el respaldo de Rajoy a Ignacio González pero el líder popular no estaba por la labor de elegir entre dos menús que le resultan especialmente indigestos, lo que facilitó la irrupción de un tercero como hombre de consenso entre las direcciones nacionales de los dos grandes partidos mayoritarios en España.     Las expectativas del ex vicepresidente económico de Aznar dependen ahora del bicarbonato que los rectores del Partido Popular quieran suministrar a su presidente como mal menor para impedir que el número dos de la Comunidad de Madrid se haga con el mando y control de la cuarta entidad financiera de España. González es hoy por hoy el único hombre de Esperanza Aguirre y Rato tampoco tiene inconveniente en esperar al rebote porque como dicen sus más allegados «Rodrigo siempre podrá consolarse con ese puesto de consejero en el Banco Santander que muy pronto le va a ofrecer su amigo Emilio Botín».     Rajoy y Aguirre se vieron las caras el jueves aunque no llegaron a cruzar los sables. Él le dijo a ella que González no le gusta un pelo, pero tampoco se atrevió a poner sobre la mesa el nombre de ningún otro candidato. La presidenta madrileña salió de la reunión con todas sus posibilidades intactas, confiando en encontrar una solución que pemita al jefe superar el trago sin hacerse malas bilis. Para ello las mentes pensantes de la Comunidad de Madrid creen que lo mejor es designar un segundo de a bordo que comparta, en teoría, las labores ejecutivas con el futuro presidente. Ignacio González contaría a su lado con un técnico fichado para la ocasión y que llegaría libre de todo compromiso a fin de evitar hipotecas en la reordenación interna que el potencial sustituto de Blesa quiere emprender en la entidad. González asumiría la representación institucional y el desarrollo estratégico dejando que su álter ego se encargue de las tareas cotidianas como un director general de operaciones distinguido a efectos nominales con el cargo más simbólico de consejero delegado.   La división de poderes como mandan los cánones del buen gobierno corporativo es una baza fundamental para callar la boca a todos los que claman interesadamente contra un exceso de politización en las cajas de ahorros. Que se sepa, con excepción de Caja Castilla-La Mancha, todavía está por ver que algún dirigente de una entidad confederada haya sido destituido con oprobio por su deficiente gestión económica. Los planes de rescate en el sector se están desarrollando con total impunidad y así es difícil que nadie pueda negar el beneficio de la duda al hombre elegido por Aguirre. Más si cabe teniendo en cuenta que tampoco Blesa ni sus antecesores llegaron al cargo después de superar una dura oposición.

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