LA
CARTA SECRETA DE ESPERANZA AGUIRRE EN CAJAMADRID
Ignacio
González es el único candidato de Esperanza Aguirre para relevar a
Miguel Blesa en Caja Madrid. Con el fin de asegurar el debido
consenso dentro y fuera del Partido Popular, la presidenta regional
ofrecerá la opción de nombrar también un consejero delegado que
comparta, en teoría, las labores ejecutivas en la entidad financiera
como mandan los cánones del buen gobierno corporativo
Por
José Antonio Navas
Existen
por término general dos maneras de abordar los grandes conflictos.
Unos prefieren esperar pacientemente hasta recogerlos como fruta seca
mientras que otros se aprestan a cortarlos de raíz antes de que
crezcan peligrosamente. En el primer grupo figura Mariano Rajoy, un
hombre tranquilo que adorna su tarjeta de visita con el mérito de la
prudencia. En el segundo destaca Esperanza Aguirre, una mujer que no
se resigna a dejar pasar la oportunidad sin asumir el riesgo de,
cuando menos, haberlo intentado. Tan dispares caracteres sólo se
pueden juzgar a la luz de la solución final pero hasta que llega el
desenlace la ventaja siempre favorece a los partidarios de la acción
porque los problemas suelen ir en aumento al mismo tiempo que
maduran. El jefe de la oposición y la presidenta de la Comunidad de
Madrid han de resolver en los próximos días el gran enigma que más
discusiones e intrigas viene suscitando en los mentideros
financieros, como es la designación del futuro titular de Caja
Madrid. Toda una prueba de fuego que servirá para medir la
particular forma de hacer política de ambos dirigentes del Partido
Popular en un momento especialmente crítico para su formación
política. El caso Gürtel ha abierto una grieta profunda por la que
puede resquebrajarse el PP hasta quedar convertido en un partido
franquicia sin mayor cohesión que la derivada de su relativa cuota
de poder. No son pocos quienes consideran en la sede de Génova que
Francisco Camps está totalmente perdido para la causa, lo que
incapacitaría a Rajoy para abrir otro frente de batalla interno con
Esperanza Aguirre como encarnizada rival. La primera dama capitalina
no renuncia a poner en valor la superioridad que le otorgan las
circunstancias para defender a ultranza el nombramiento de Ignacio
González como sucesor de Miguel Blesa. Desde hace semanas, Esperanza
Aguirre tiene todo atado y bien atado con los socialistas madrileños
de Tomás Gómez y ha desplegado una ofensiva claramente orientada a
impedir que el presidente nacional del PP pueda sacar la bola negra a
su candidato. «Por mucho que presione Ruiz Gallardón, al final
Rajoy no se atreverá a vetar a Nacho» se comenta ahora en la Puerta
del Sol, toda vez que la presidenta regional ha abortado de golpe y
porrazo el intento desesperado de última hora para situar a Luis de
Guindos en el sillón de Blesa. La opción del antiguo secretario de
Estado de Economía surgió paradójicamente como una alternativa del
Gobierno Zapatero para evitar que la candidatura de Rodrigo Rato
pudiera adquirir carta de naturaleza dentro del PP. Esperanza Aguirre
había utilizado el nombre del antiguo director gerente del FMI como
plato de segunda mesa para forzar el respaldo de Rajoy a Ignacio
González pero el líder popular no estaba por la labor de elegir
entre dos menús que le resultan especialmente indigestos, lo que
facilitó la irrupción de un tercero como hombre de consenso entre
las direcciones nacionales de los dos grandes partidos mayoritarios
en España. Las expectativas del ex vicepresidente
económico de Aznar dependen ahora del bicarbonato que los rectores
del Partido Popular quieran suministrar a su presidente como mal
menor para impedir que el número dos de la Comunidad de Madrid se
haga con el mando y control de la cuarta entidad financiera de
España. González es hoy por hoy el único hombre de Esperanza
Aguirre y Rato tampoco tiene inconveniente en esperar al rebote
porque como dicen sus más allegados «Rodrigo siempre podrá
consolarse con ese puesto de consejero en el Banco Santander que muy
pronto le va a ofrecer su amigo Emilio Botín».
Rajoy y Aguirre se vieron las caras el jueves aunque no llegaron a
cruzar los sables. Él le dijo a ella que González no le gusta un
pelo, pero tampoco se atrevió a poner sobre la mesa el nombre de
ningún otro candidato. La presidenta madrileña salió de la reunión
con todas sus posibilidades intactas, confiando en encontrar una
solución que pemita al jefe superar el trago sin hacerse malas
bilis. Para ello las mentes pensantes de la Comunidad de Madrid creen
que lo mejor es designar un segundo de a bordo que comparta, en
teoría, las labores ejecutivas con el futuro presidente. Ignacio
González contaría a su lado con un técnico fichado para la ocasión
y que llegaría libre de todo compromiso a fin de evitar hipotecas en
la reordenación interna que el potencial sustituto de Blesa quiere
emprender en la entidad. González asumiría la representación
institucional y el desarrollo estratégico dejando que su álter ego
se encargue de las tareas cotidianas como un director general de
operaciones distinguido a efectos nominales con el cargo más
simbólico de consejero delegado. La división de poderes como
mandan los cánones del buen gobierno corporativo es una baza
fundamental para callar la boca a todos los que claman
interesadamente contra un exceso de politización en las cajas de
ahorros. Que se sepa, con excepción de Caja Castilla-La Mancha,
todavía está por ver que algún dirigente de una entidad
confederada haya sido destituido con oprobio por su deficiente
gestión económica. Los planes de rescate en el sector se están
desarrollando con total impunidad y así es difícil que nadie pueda
negar el beneficio de la duda al hombre elegido por Aguirre. Más si
cabe teniendo en cuenta que tampoco Blesa ni sus antecesores llegaron
al cargo después de superar una dura oposición.
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