Historia San Silvestre Palma Palmilla
Fue Alejando el que empezó con las quedadas para correr y las bautizó #mareanaranja. A los novatos en esto, nos enganchó. Nos íbamos marcando retos según posibilidades y ganas. Unos hemos corrido nuestros primeros 10K, otros sus media maratón e incluso alguno ha cruzado la meta de la maratón de Málaga.
Pero lo fundamental es que nos fuimos aficionando a esa sensación que conocéis de ponerse las zapatillas y echar a correr, de escuchar la respiración, de sudar, de ponerse música o conformarse con el bullir de las endorfinas y luego echar una agradable conversación estirando, bebiendo algo isotónico o una cerveza, que no somos fundamentalistas.
Luego nos juntamos para otro proyecto, Málagasana, e hicimos una asociación convencidos de que la salud se contagia, que, como hemos visto en #mareanaranja, muchos sólo necesitábamos estímulo y compañía para cambiar a una vida más saludable.
Y, hablando y corriendo, nos preguntamos por qué no organizar ENTRE TODOS, DESDE ABAJO, una San Silvestre que fuera capaz de convertirse en algo tan grande como ahora es laSan Silvestrevallecana, la carrera de Madrid que corren 30.000 personas. Y pensamos en La Palmilla, un barrio estigmatizado, desconocido para miles de malagueños. Así que nos propusimos correr por un barrio donde hay gente que lucha para quitarse etiquetas, donde la gente se asocia para salir adelante y lo siguiente vino rodado: quien quisiera, podría ayudar a la Asociación de Integración Gitana Palma-Palmilla, o sea, a los proyectos que encarna el Chule, que lleva años llevando a los niños al colegio para que no falten con su programa de La Ruta al Cole y acogiendo a los más necesitados en La Casa de la Buena Vida, un cortijo que encontraron abandonado por encima del barrio. Allí, dan cariño y ayuda a ex drogadictos y enfermos mentales, allí han hecho huertas y tienen animales y allí, el Chule, siempre agradecido, nos hará un arroz a los que participemos en la San Silvestre y queramos conocer de cerca su labor.
Así que unimos correr, turismo de ciudad y causa solidaria. Apúntate y haz que esto sea el principio solo de una gran tradición. La cena de Nochevieja seguro que sienta mucho mejor después de esos ocho kilómetros. No habrá premios ni medallas porque aquí nos conformamos con el sudor y el esfuerzo de saber que, entre muchos, se pueden hacer cosas grandes.
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