Un empresario arruinado atraca un banco para que lo metan en la cárcel
El hombre, de 37 años, tranquilizó a los empleados de la sucursal y les pidió que llamaran a la policía para que lo detuvieran
21.11.12 - 01:23 -
http://www.diariosur.es/v/20121121/malaga/empresario-arruinado-atraca-banco-20121121.html
Lunes, dos de la tarde, en la calle Martínez Maldonado. Agentes de paisano y de uniforme comienzan a rodear una sucursal de La Caixa situada en el número 41. En la comisaría se ha recibido una llamada de un empleado del banco que alerta de un atraco. «Parecía el rodaje de una película», describe un padre que iba a por su hijo al colegio, «había un policía con una pistola en la mano detrás del quiosco, y tres o cuatro más colocándose los chalecos antibalas».
Dentro de la oficina, la escena era aún más surrealista. Mientras el supuesto atracador se confesaba con uno de sus 'rehenes' y le explicaba la situación que le había empujado a asaltar el banco, los demás empleados seguían trabajando con normalidad. Incluso, atendían el teléfono, con el beneplácito del intruso. Porque, en realidad, fue un atraco de boquilla. Solo buscaba un pretexto para que lo detuvieran. «Llamen a la policía. Yo solo quiero que me metan en la cárcel», afirmó, según relataron fuentes cercanas al caso.
El hombre entró en la sucursal cuando estaba a punto de cerrar -faltaban unos minutos para las 14.00 horas- y solo quedaban tres trabajadores en su interior. Lo hizo a cara descubierta, por lo que parecía un cliente más. Vestía vaqueros y una camisa blanca bajo la cual destacaba una prenda de color rojo. Aunque había algo extraño en él. Parecía llevar un objeto escondido debajo de un chaquetón verde.
Caminó hasta el primer mostrador y se dirigió al empleado que estaba al otro lado. «Esto es un atraco», anunció. Antes de que alguien se alarmara, continuó con su presentación. «Voy armado, pero no les voy a hacer daño -reproducen las fuentes consultadas- ni vengo a robar nada». A continuación, le pidió que llamara a la policía. El trabajador obedeció y trasladó el mensaje, tal cual, al operador de la sala del 091 que descolgó el teléfono. La comisaría, no obstante, activó el dispositivo habitual ante un posible atraco con rehenes.
La tensión que se vivía en el exterior del banco no tenía nada que ver con la que había dentro. Mientras las patrullas de policía cruzaban la ciudad a toda velocidad, el asaltante mantenía una conversación con uno de los empleados en la que expuso sus motivos. Dijo haber sido un empresario con varias personas a su cargo, pero que se había visto ahogado por las deudas y las circunstancias personales, apuntaron las mismas fuentes.
Negociación
Cuando los agentes cercaron la sucursal, un negociador llamó al trabajador que había dado el aviso y le pidió que le pasara el teléfono al supuesto atracador, que confirmó al policía su intención de entregarse. Y acordaron la forma. El hombre explicó a su interlocutor que iba a dejar sus armas -un palo de madera de unos 60 centímetros y un cuchillo de cocina- sobre una mesa y que él iba a esperar arrodillado en el extremo contrario de la oficina.
Y así lo hizo. Los agentes no tuvieron ni que reducirlo; no fue necesario. Lo sentaron en una silla y lo tranquilizaron. Una vez que le leyeron los derechos, se dispusieron a trasladarlo en un coche patrulla a comisaría. En ese momento, uno de los empleados del banco recordó a los policías la única condición que arrestado había pedido: que al sacarlo del banco lo cubrieran con su chaquetón verde para que no se le viera la cara. Los funcionarios cumplieron lo acordado.
El hombre, de 35 años, pasó ayer mismo a disposición del Juzgado de Instrucción número 4 de Málaga, en funciones de guardia. Tras escuchar su declaración, el fiscal calificó los hechos como una falta de coacciones, en lugar del supuesto intento de robo del que había sido imputado inicialmente por la policía. No consiguió lo que quería. El juez le devolvió la libertad.
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