Carreras de género
Los esfuerzos por la igualdad se frustran en el momento de elegir carrera. Sólo quince chicas se han matriculado en Informática y cuatro chicos en Infantil
FRANCISCO GUTIÉRREZ. MÁLAGA
Que las niñas jueguen con muñecas y los niños con el balón son estereotipos de antaño que parecen haberse desterrado de las convicciones sociales. Este ha sido al menos un empeño constante por parte de los educadores en los últimos años. Unos esfuerzos por la igualdad de género que parece se quiebran cuando los chicos tienen que decidir qué carrera estudiar. Si por lo general las mujeres superan a los hombres en el conjunto de carreras universitarias, y hay determinados estudios, como los de las ramas sanitaria y jurídica, donde son mayoritarias las mujeres o las técnicas donde predominan los chicos, hay dos extremos muy sintomáticos de este diferente rol de género asociado a los estudios: Informática y Educación Infantil.
En la ETSI Informática estudian este curso 168 mujeres, de algo más de mil alumnos matriculados. Un dato sin embargo algo distorsionado, ya que el nuevo grado de Ingeniería de la Salud supone la mayor parte de este cupo femenino. En el de Ingeniería de Computadores, con las siete chicas que han entrado este curso, hacen un total de 11 mujeres, un 7,2 por ciento del total de alumnos.
Un desequilibrio de género que se ve incluso más acentuado en la Facultad de Ciencias de la Educación. Aquí llama poderosamente la atención el escaso número de chicos en Educación Infantil (la etapa entre tres y cinco años). Con los cuatro hombres que se han incorporado este curso, son 29 de un total de 771 alumnos, es decir, los hombres no llegan al 4% del total de alumnos en Infantil.
Adrián, Juan Tomás, Bruno y Carlos Francisco son los chicos que se reparten entre los tres grupos de primero de Infantil. Y esto a pesar de los esfuerzos que hace la facultad para presentar a los alumnos este y el resto de grados en igualdad de condiciones. «En las jornadas de puertas abiertas o en las charlas de orientación en los institutos les insistimos de manera deliberada en que el grado de Infantil está abierto a los dos sexos, que no hay competencias específicas de chicas», señala Iván López, vicedecano de Estudiantes.
Tampoco encuentra motivos para que, en su caso, las chicas no se animen a estudiar informática el decano del centro, Ernesto Pimentel. «No hay razones objetivas para pensar que sean unos estudios más masculinos que femeninos», señala, y recuerda que hace unos años, cuando aún era licenciatura, había casi tantos chicos como chicas estudiando informática.
El decano de Ciencias de la Educación, José Francisco Murillo, hace suyos postulados feministas a la hora de explicar esta situación al señalar que «la mujer se siente especialmente comprometida con el cuidado de quien le rodea». En esta idea incide Judith, alumna de primero, cuando afirma que los chicos «quizás no se sientan tan identificados con esa etapa educativa -la de 3 a 5 años-». A su compañero, el único de clase «lo mimamos y lo cuidamos, ¡se ven tan pocos!», añade Verónica.
En Educación Plástica, asignatura de tercer curso de Infantil, la profesora Pilar del Río revisa los trabajos de sus alumnos, en este caso alumnas. Grandes libros de cuentos realizados primorosamente. En otra clase, Cristóbal Ruiz Ruano explica Teoría de la Educación a un auditorio femenino en el que Carlos Francisco es la excepción. «Las clases se llevan con absoluta normalidad», asegura el profesor, acostumbrados como están a impartir docencia a un auditorio eminentemente femenino.
Territorio masculino
A las puertas del laboratorio de Electrónica Digital esperan una quincena de alumnos la llegada del profesor. Sólo chicos. Unos minutos antes, y de un aula situada en la planta inferior, salen de clase de Arquitectura de Almacenamiento entre 25 y 30 estudiantes. Es un grupo igualmente formado sólo por chicos. Informática se presenta así como un territorio netamente masculino. Igual sucede con Telecomunicaciones, ingeniería con la que comparte edificio en Teatinos. Y con la Escuela Politécnica Superior, centro donde el año pasado sólo se matriculó una alumna en una de las dobles titulaciones que oferta, el grado en Ingeniería Electrónica Industrial e Ingeniería Eléctrica.
«Ahora se ven más chicas, desde que se puso Ingeniería de la Salud», que parece ser una carrera más atractiva para ellas. Guillermo Rejón, que estudia tercer curso de este grado, cree que por estar orientada a temas sanitarios puede despertar más interés entre las chicas. También destaca el hecho de que sea una titulación relativamente nueva, que este curso pondrá en el mercado a sus primeros titulados (unos doscientos).
De la clase de Arquitectura de Almacenamiento salen un grupo de chicos. Ninguna chica. Es una de las asignaturas obligatorias del grado de Informática de Computadores, que prepara al alumno para diseñar y controlar grandes instalaciones informáticas. «Ya estamos acostumbrados. Al principio parece raro no tener compañeras, pero terminas por acostumbrarte», comenta Emilio Benzo, un joven malagueño. Su compañero Alberto Carrión, de Alameda, considera que el poco número de mujeres en la carrera puede ser porque la informática se relacione con una profesión más bien masculina, «las Ciencias parece que son más de hombres, y las Humanidades más bien carreras de mujeres». Otros discrepan de ese razonamiento, y consideran que las mujeres y los hombres pueden hacer los mismos trabajos.
Ellos y ellas, informáticos y maestros, son las antípodas de los esfuerzos por la igualdad de género. Como dice un informático «las clases serían más amenas con chicas», que se complementa con la invitación que hacen desde infantil: «¡No nos comemos a los chicos!».
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