domingo, 19 de octubre de 2014

REPORTAJE DE LUIS AIZPEOLEA EN EL DIARIO EL PAÍS SOBRE LA CONVIVENCIA EN EUSKADI TRES AÑOS DESPUÉS DEL CESE DEL TERRORISMO ETARRA

El reto de la convivencia

Tres años después del cese del terrorismo, los concejales no nacionalistas del País Vasco han perdido el miedo a los atentados. La presión y el acoso social persisten


Jesús Zaballos, Patxi Elola, Maider Lainez, Peio Achucarro, Marian Muñoz y Javier Núñez. /BERNARDO PÉREZ
Mañana hará tres años que ETA anunció el cese del terrorismo. Desde entonces, algo ha cambiado sustancialmente en el País Vasco: el miedo a los atentados ha desaparecido de la escena. Pero permanecen las secuelas. Aún quedan muchas heridas abiertas, sobre todo en los municipios donde se produjeron las últimas acciones terroristas. Para desconcierto de las víctimas, Bildu, el referente de la izquierda abertzale, que tuvo complicidades políticas con ETA, obtuvo el mejor resultado de su historia en las elecciones municipales de 2011, justo al ser legalizados. Gobierna en 58 de los 88 municipios guipuzcoanos y en 30 de los 112 vizcaínos.
Los concejales socialistas y del PP con los que ha hablado EL PAÍS, que fueron objetivo preferente de la banda armada, admiten que, en general, el comportamiento de los actuales ediles de Bildu ha cambiado respecto a sus antecesores. Opinan que el rechazo al terrorismo es general, aunque los comportamientos varían. Algunos son muy excluyentes, sobre todo los que tienen familiares presos o han vivido de cerca en sus casas la influencia de ETA. Los ediles del PSE y PP denuncian falta de empatía con las víctimas por parte del mundo abertzale.
Patxi Elola, concejal del PSE en Zarautz. / B.P.
Patxi Elola, jardinero, concejal socialista del Ayuntamiento de Zarautz (Gipuzkoa) e icono de la resistencia contra ETA, ha conseguido cumplir su reto durante los años de plomo: “Vivir para contarlo”. Tres años después de queETA anunciara el cese definitivo del terrorismo, Elola sale a la calle a comprar el pan y el periódico sin temor de que atenten contra él, sin contemplar la angustia de su familia, sin tener que mudarse de vivienda precipitadamente y sin andar pendiente de los escoltas. Se los retiraron, a petición suya, hace ahora dos años, al cumplirse el primer aniversario del cese definitivo de la banda.
Elola ha recuperado una libertad de la que no gozaba prácticamente desde que fue elegido concejal en 1999 y los terroristas le quemaron su almacén y le amenazaron de muerte. Fue el primer edil al que pusieron escolta, junto con Estanis Amuchástegi, de Andoain (Gipuzkoa), en la primavera de 2000. “Viví un verdadero pánico”, recuerda. Pero ahora ni tiene “miedo” ni entiende que haya hoy políticos y periodistas que dicen que todo sigue igual en el País Vasco: “Se nota que no viven aquí”.
Elola ha recuperado 
una libertad de la que no gozaba desde que fue elegido concejal y le quemaron su almacén
También se ha modificado la relación de los concejales jóvenes de la izquierda abertzale con él y los socialistas en el Ayuntamiento de Zarautz, donde gobierna Bildu. “Se acercan a nosotros. Hemos ido, incluso, a tomar vinos y han asistido a charlas en nuestra sede. Llegan a reconocer, a modo de autocrítica, que no es fácil gobernar”, remarca Elola. ¿Por qué este cambio? “Les atemperó la legalización y nosotros rebajamos nuestro discurso contra ellos cuando apoyaron el cese de la violencia de ETA. También han reconocido el valor de quienes resistimos al terrorismo etarra”.
Pero la desaparición del miedo a ETA y la aproximación de los concejales jóvenes de Bildu a los socialistas —el PP no tiene ediles en este municipio— no significa que en Zarautz y otros pueblos vascos se viva con normalidad. “Una cosa es la actitud de los concejales jóvenes y otra la de quienes nos acosaron en los años duros cuando ETA atentaba contra nosotros y nuestras sedes. Ni ellos ni nosotros nos saludamos. Hace poco uno escupió al suelo a mi paso. Nadie olvida nada y con algunos de ellos la convivencia va a ser imposible”, afirma Elola.
El despacho de un edil asesinado lo ocupa la cuñada de su verdugo, que lo adorna con carteles propresos
Un hecho ilustra el momento. El Ayuntamiento de Zarautz decidió el pasado noviembre homenajear a las víctimas del terrorismo en el paseo de la Rosaleda, lugar habitual de recuerdo a las víctimas locales del terrorismo etarra, como el concejal José Ignacio Iruretagoyena, del PP, asesinado en 1998. “Los concejales de Bildu aceptaron una propuesta de mínimos. Pero cuando consultaron a la dirección, les obligaron a desmarcarse del homenaje. Les cuesta reconocer a las víctimas del terrorismo etarra y siguen funcionando militarmente. Se ve que les han dado la consigna de rechazar la violencia. Pero les han fijado límites. Actúan por conveniencia electoral, no por convicción, aunque hay excepciones”, añade el edil del PSE.
Jesús Zaballos, exalcalde socialista de Lasarte y actual concejal, comparte esa misma opinión. Cree que Bildu, que gobierna su municipio, no muestra una empatía real con los que han sufrido el terrorismo de ETA. Sólo en Lasarte cuentan con ocho víctimas. Allí apareció, en 1997, el cadáver del edil del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco y fue asesinado, tres años después, su teniente de alcalde, el socialista Froilán Elespe.
Jesús Zaballos. concejal de Lasarte, ha llevado escolta hasta hace un año. /B.P.
Zaballos aporta un testimonio desgarrador: “Cuando perdimos el Ayuntamiento hace tres años, reclamamos a los gobernantes de Bildu que nos dejaran mantener el despacho de Froilán. No sólo no nos lo dejaron, sino que en ese despacho se instaló la cuñada del asesino de Froilán, nueva concejal de Bildu, y lo adorna con carteles en favor de los presos de ETA. Eran conscientes del daño que nos iban a causar”.
Admite que “ha recuperado la libertad”. Desde hace un año ya no lleva escolta y pasea por lugares que antes tenía prohibidos, aunque en su entorno le siguen insistiendo en que se cuide. Pero sigue percibiendo un serio problema de convivencia. “Muchos vecinos que antes acudían al Ayuntamiento con los problemas más diversos, no lo hacen desde que gobierna Bildu”.
El concejal socialista es claro: “En un municipio como Lasarte, donde ETA ha provocado tanto dolor, no se puede pasar página sin más. Desde que Bildu se ha hecho con la alcaldía han proliferado las pancartas a favor de los presos. Su alcalde se preocupa más por ellos que por sus víctimas. Sortu debe pedir perdón a las víctimas porque las familias lo necesitan para dar un paso adelante en la convivencia”.
Zaballos no cree que haya un cambio generacional con Bildu. “No se puede generalizar. Cuentan con gente joven que es peor, incluso, que los veteranos. Los comportamientos de los jóvenes dependen mucho de lo que han mamado en su casa”.
“En un municipio como Lasarte, donde ETA ha causado tanto dolor, no se puede pasar página sin más”, dice Zaballos
Aunque el miedo al terrorismo está superado, algunos concejales todavía sufren secuelas. Como Mari Carmen Muñoz, edil socialista de Elorrio (Bizkaia) durante ocho años. “Soy incapaz de estar rodeada de mucha gente. No puedo. También me sucede que al poner en marcha el coche, me entra un gran temblor. No tengo superado el miedo. Sigo en tratamiento psicológico”.
Vive en el Duranguesado y le gusta regresar a Elorrio, donde mantiene una “gran amistad” con la alcaldesa del PNV, Ana Otadui, “forjada en los tiempos difíciles en que ambas fuimos concejalas”. En esta legislatura no es edil, pero sostiene un contencioso judicial pendiente con algunos colegas de la izquierda abertzale. “Me insultaban cada vez que se debatían en los plenos asuntos conflictivos, sobre todo relacionados con los presos de ETA. Pero decidí ir al juez cuando en un pleno me llamaron asesina, a mi partido y a mí, de forma reiterada. Está pendiente de decisión y eso me ha generado mucha hostilidad entre la izquierda abertzale”. La exconcejal de Elorrio concluye: “No puedo olvidar y me cuesta mucho perdonar. He visto cómo se alegraban cuando había asesinatos. He visto sufrir a mi madre por lo que yo pasaba. Es posible que si pidieran perdón viera las cosas de otra manera”.
Javier Núñez, concejal del PP del Ayuntamiento de Elgoibar desde 2007. /B.P.
Javier Núñez, concejal del PP de Elgoibar, se siente “más libre y con menos miedo” que hace tres años. Pero cree que “aún existe mucha presión” sobre los no nacionalistas como él. Lo ilustra con un dato esclarecedor: “De los 300 votantes que el PP tuvo en Elgoibar en las municipales de hace tres años, hoy día aún no se me ha dirigido nadie. Y eso que me he anunciado a través de un apartado de Correos para que la gente pueda darse a conocer discretamente”. La presión la sufre también a través de correos electrónicos con insultos y expresiones como “fachas” e “iros (sic) de Euskadi”.
Pero la relación que mantienen con él los concejales de Bildu es “educada y respetuosa”, aunque critica que “no aceptan ninguna propuesta del PP”. “Aquí está mal visto defender la unidad de España y decir que los terroristas deben cumplir sus condenas. Se nota en el vacío que mucha gente te hace en la calle”.
Elgoibar, pese a la fuerte presencia de Bildu, tiene alcalde del PNV: Alfredo Etxeberria, un hombre comprometido con los movimientos pacifistas. Etxeberria muestra orgulloso en las escaleras del Ayuntamiento sendos cuadros. En uno de ellos, con la simbología del árbol de Gernika, aparecen los nombres de todas las víctimas del terrorismo de la localidad. Y en el otro, la ikurriña que desplegó en el consistorio el día de su legalización su alcalde, Jaime Arrese, de UCD, asesinado en 1980 por los Comandos Autónomos (una escisión de ETA), con una reseña del propio Arrese, en la que apela a la ikurriña como símbolo de convivencia de los vascos.
No fue el único muerto a manos de ETA entre los vecinos de la localidad. El empresario Ángel Berazadi fue asesinado en 1976. También Elgoibar es el municipio natal de Arnaldo Otegi, el líder de la izquierda abertzale que impulsó su rechazo a la violencia y que lleva cinco años en prisión, pese a la petición de libertad del PNV, PSE, además de la izquierda abertzale, que consideran “desproporcionada” su condena.
Etxeberria ha intentado crear una mesa de diálogo en Elgoibar, siguiendo la pauta de otros municipios, pero Núñez se niega. Valora el esfuerzo de Etxeberria, pero, según dice, “no quiere participar en una farsa”, pues “Bildu se niega a condenar los ataques a otros partidos y mantiene una ambigüedad con su pasado, que no condena”.
Peio Acucharro, militante del PP de Tolosa. / B.P.
Peio Achucarro, militante del PP de Tolosa, vive también con una “gran tranquilidad” en lo que se refiere al riesgo de atentados. “Pero el hecho de que hayan dejado de matar por razones estratégicas y no por convicción deja pendiente de resolver un problema de convivencia, en el que queda mucho camino por recorrer”, recalca.
Achucarro señala que algunos le siguen mirando mal por la calle. “Entre ellos, antiguos amigos, porque me han puesto la etiqueta de español, como si fuera ciudadano de segunda. La izquierda abertzaletiene pendiente reconocer la distinta identidad de los vascos y su complicidad con el pasado porque mientras no lo haga, seguirá justificando las atrocidades el terrorismo”.
Distingue entre unos municipios y otros. Por ejemplo, en Oiartzun, su localidad de origen y más reducida que su municipio de residencia, las posiciones son más duras. En las fiestas del pueblo le espetaron: “Tú. ¿Qué haces aquí?”. Sin embargo, en Tolosa participa en un grupo de diálogo plural, animado por la organización pacifista Lokarri, donde está presente el exalcalde de la izquierda abertzaleAntón Izaguirre, miembro de su misma cuadrilla. No ve una distinción generacional en la izquierda abertzale: “Ya no están con el terrorismo. Ni los mayores, ni los jóvenes. Pero a los jóvenes los veo tan excluyentes como a los otros en sus planteamientos nacionalistas”. 
Maider Lainez, concejala socialista de Andoain, también comparte la misma opinión sobre el miedo y la convivencia. Andoain es el municipio donde ETA protagonizó algunos de sus últimos asesinatos: el del socialista y fundador del Foro de Ermua, José Luis López de Lacalle, y el del exjefe de la policía local, socialista y militante de Basta Ya, Joseba Pagazaurtundua.
Maider Lainez, concejal de Andoain.
Pese a todo ello, en el Ayuntamiento que gobierna Bildu las mociones dedicadas a los presos de ETA, incluidas las ayudas a sus familias, monopolizan el interés político del equipo gobernante, denuncia Lainez. Como en otros municipios, las relaciones de los concejales de Bildu con los socialistas son “normales”, pero sin extenderlo al terreno personal.
Lainez resalta la “insensibilidad” del Ayuntamiento de Bildu hacia las víctimas de ETA, en un municipio con las heridas tan recientes, al reivindicar a los presos etarras no sólo en sus mociones, sino durante las fiestas patronales. “Es muy duro para los familiares de las víctimas ver estos espectáculos en las fiestas. A los de Bildu en el pueblo todavía no les he oído reconocer el daño causado, ni pedir a ETA que se disuelva, ni reconocer la memoria de las víctimas”.
Marian Muñoz, concejal del PSE del Ayuntamiento de Iurreta. / B.P.
Marian Muñoz, concejala de Iurreta, municipio desanexionado de Durango (Bizkaia), también resalta la “insensibilidad” de Bildu hacia las víctimas del terrorismo. Le irrita especialmente que igualen su situación a la de los presos etarras. Pero sí distingue entre los concejales jóvenes de Bildu y los veteranos de HB y aquellas familias que tienen presos de ETA. “Recientemente, en un pleno, tuve un conflicto con los de la izquierda abertzale por su asunto local. Los veteranos de HB me rodearon durante media hora y me echaron en cara que estuviera en el pleno. Pero los concejales jóvenes no me acosaron. Con algunos de ellos mantengo relaciones normales. Son más radicales los que tienen familiares de ETA presos, incluidos los jóvenes”.

El no tan sorprendente éxito de Bildu

Los concejales vascos consultados no se muestran sorprendidos del éxito electoral de Bildu hace tres años, cuando se alzó con la mayoría de las alcaldías en Gipuzkoa —58 de 88— y 30 de 112 en Bizkaia. El concejal socialista Patxi Elola lo atribuye a que en Euskadi “ha calado la identidad entre violencia y liberación nacional, desde los inicios de ETA en los años sesenta, y que, pese a las barbaridades cometidas, no se ha hecho suficiente pedagogía para combatir la idea de que ningún objetivo político puede lograrse por vías violentas. Así, cuando la izquierda abertzaledecidió rechazar la violencia, encima, tuvo premio”.
Las también socialistas Maider Lainez y Marian Muñoz añaden que se gestionó mal desde las instituciones el proceso de legalización de la izquierda abertzale en 2011 con todo el ruido político y mediático a favor de mantener la ilegalización de Bildu hasta la víspera de las elecciones municipales. “Bildu había expresado su rechazo a la violencia a bombo y platillo, y aquella incógnita de si los tribunales les legalizaba o no, con todo el foco mediático puesto, especialmente desde Madrid, a favor de mantener la ilegalización, les dio una enorme publicidad en Euskadi. Así que cuando los tribunales avalaron la legalización de Bildu, las urnas se volcaron a su favor. Una vez más, les funcionó bien la publicidad y el victimismo”. Con el tiempo, creen, las cosas se colocarán en su sitio. “Se les juzgará por la gestión de los asuntos públicos y tendrán el correspondiente desgaste”.
La concejala pasó 14 años escoltada, la sede local de su partido fue atacada siete veces, hasta que decidieron no reabrirla. Ahora confía en que no se repita la situación que le llevó a su aislamiento y al de su familia. “Teníamos muchos amigos, pero no salíamos con ellos porque les incomodaba nuestra escolta. Otra gente nos dejó, incluso, de hablar. Se nos fueron afiliados del partido que no aguantaban la situación y que ahora están volviendo”.
El pasado les ha marcado a ella y a su familia. Pero cree que la convivencia será una realidad en otra generación. “Me cuesta cambiar. No estoy en contra del acercamiento al País Vasco de los presos de ETA que se arrepientan, pero dudo que sientan de verdad lo que hicieron. Será otra generación la que lo haga. Esta está muerta”.
Alberto Borobia también resalta la distinción entre jóvenes y veteranos de la izquierda abertzale. Fue durante 24 años concejal socialista en Amorebieta, pasó 12 años escoltado y durante algún tiempo residió en Alicante. Amorebieta, que hoy dispone de ocho ediles del PNV, siete de Bildu y dos del PSE, es el municipio donde vivió el portavoz de HB Jon Idígoras hasta su fallecimiento hace unos años. “Trabajé en la misma empresa que Idígoras. Hace mucho tuve un enfrentamiento con él y algunos de sus amigos siguen enemistados conmigo. Pero con los concejales de ahora me llevo bien y hablo con ellos con normalidad sobre los asuntos vecinales en las asambleas de barrio. Tengo que decir que entre ellos hay buena gente”.
A Borobia los que más le irrita son los loque “empujaron a algunos jóvenes, que ahora están en la cárcel, a hacer barbaridades, pero el que la hace la tiene que pagar y el delito de sangre no puede tener impunidad”. 


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